miércoles, 3 de julio de 2013

¿Ciencia ficción o fantasía futurista?


¿Qué caracteriza a una obra de ciencia ficción? Las naves espaciales y los mundos desconocidos siempre han sido mi debilidad, lo reconozco. Sin embargo, sólo ahora, siete meses después del lanzamiento de La Séptima Fase, me planteo esta cuestión de manera seria.

Siempre había considerado que el género implica el manejo de seres, realidades, situaciones, circunstancias, eventos, capacidades y artefactos que aunque cuenten con precedentes en nuestro pasado y en nuestro presente, de alguna forma son ajenos a nuestra cotidianeidad y parecen más propios del futuro. Nada es imposible, pero al menos han de ser cosas y casos que tengan cabida en el terreno de la probabilidad.

Esta definición me resulta ahora un tanto imprecisa, de ahí que en esta entrada me propongo responder a la pregunta ¿qué criterios caracterizan a una obra de ciencia ficción? Por supuesto, ofrezco una visión personal e intransferible donde cualquier atisbo de soberbia no es más que torpeza en el lenguaje.

El público objetivo

Actitud, intención, pretensión, finalidad. Si el autor, el director, el productor, los guionistas o cualquier agente crean y enfocan de manera consciente el producto hacia un público infantil o adolescente, hemos de hablar de fantasía futurista o aventura espacial. Si en cambio lo hacen hacia un público adulto, hemos de hablar de ciencia ficción. No importa si el tono es desenfadado.

El empleo de conceptos técnicos

Los adultos tenemos derecho a dar rienda suelta a nuestra imaginación, y aunque en algunos casos nuestra edad mental no se corresponde con nuestra edad biológica, disfrutar de la ciencia ficción precisa del manejo de conceptos y fenómenos complejos.

El seguidor de ciencia ficción se muestra predispuesto a recibir unos estímulos muy específicos, para lo cual ha de acercarse a la obra conociendo de antemano el lenguaje propio del género, sean palabras y expresiones científicas o simplemente cientifistas.

El alma es el mensaje

La ciencia ficción no es el producto de una receta cuyos ingredientes sean un determinado tipo de argumentos más un determinado tipo de escenarios, personajes, seres, artilugios e ideas singulares. No. En la ciencia ficción es el mensaje el que precisa de un escenario, de unos personajes, de unas situaciones y de unos equipamientos técnicos “peculiares” por decirlo de alguna manera.

El mensaje es el alma de la ciencia ficción. Si no hay mensaje susceptible de ser proyectado hacia el futuro tecnificado a modo de un auténtico tesoro inmaterial que sólo puede ser portado por la mente humana, expresado a través de las emociones y relaciones humanas, porque de el depende de alguna forma o la supervivencia de la especie o la conservación de la humanidad de la propia especie, no existe ciencia ficción como tal. Em, perdona la soberbia.

Un autor puede ambientar su historia en un planeta lejano, pero si el argumento no tiene implicaciones globales, si apenas afecta a un puñado de seres, a una comunidad o a una nación, no hay ciencia ficción. Hay fantasía futurista.

El futurismo

El autor de ciencia ficción proyecta desde el presente hacia el futuro, quedando las ideas retornadas en un marco adelantado respecto a su presente, el mismo marco que pretende evocar en la mente del lector.

De este modo, la historia tira literalmente de la persona hacia adelante en el tiempo, generando en su mente el convencimiento de que todo empieza en el mismo instante en el que adquiere conciencia de ello.

La magia de la ciencia ficción se palpa ahí, cuando el individuo es capaz de reconocer a su alrededor, en su presente, actitudes y comportamientos que, salvando las distancias, podrían ser perfectamente el germen de unos acontecimientos como los narrados en la historia.

El aprendizaje

Hablamos de ficción, de modo que no tiene sentido debatir si el componente especulativo resta cientificidad o si es la cientificidad pura lo que caracteriza al género puro. No. Hay un acuerdo tácito entre el emisor y el receptor de que se ofrece y se recibe conocimiento al mismo tiempo que ambos son conscientes de que ni la obra ni el género son el canal y el medio adecuados para aprender ciencia. Es un juego extraño lleno de complicidad.

Es verdad que en muchos casos el fan de la ciencia ficción siente la necesidad de trascender su presente, su cotidianeidad, accediendo a posibles realidades postreras como si conocer las variables de antemano sirviera de aprendizaje. Experimento esa misma sensación cuando veo una película apocalíptica con independencia del género cinematográfico o el origen de la amenaza. Da igual que sean oleadas de invasores extraterrestres u hordas de zombis. El caso es estar preparado, por si las moscas. ¿Habrá pensamiento más absurdo? Aún así, siempre repito.

Conciencia social, conciencia de especie

No se trata de crear una sociedad espejo de la actual, o de las pasadas, para que de esa imagen ilusoria se desprendan ideas o actitudes que nos lleven a cambiar y mejorar la sociedad actual. No. La ciencia ficción significa inventar, imaginar, generar un marco no real del que se desprendan actitudes propias de la conciencia futura, vislumbrando caminos y encrucijadas todavía no transitadas. A mayor crudeza menor número de incondicionales. Pero más incondicionales.

En occidente nos educan para percibir la realidad a través de un concepto formado por dos términos complementarios: evolución lógica. Por mucho que pretenda adelantar acontecimientos, la ciencia ficción no es capaz de plantear alternativas a la realidad presente de manera explícita. Con todo, es el mejor medio para canalizar lo que significa tener conciencia de que vivimos en una realidad llena de injusticias al tiempo que experimentamos la frustración de no saber cómo mejorarla.

Y hasta aquí mis reflexiones sobre la materia. Si no te he aburrido demasiado y quieres aportar tu granito de arena sabes que puedes hacerlo dejando un comentario. Pero sin prisas, que estamos en julio.

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