sábado, 10 de noviembre de 2012

Algunos de los cambios que sufrió la novela entre 2008 y 2011



Durante tres años y medio tuve la novela abandonada en un cajón (metáfora de disco duro interno). En 2008 llegó el momento de transformar una mediocre primera versión de la Séptima Fase. Identidad, en una historia apasionante. Es algo que apreciaría cualquiera que las confrontara si bien, personalmente, desearía que eso no ocurriera jamás. Por vergüenza, vamos.

 La primera versión de 2005 empezaba directamente con una sesión de escritura automática. Fue el primer pasaje que escribí de la novela, los primeros párrafos que salieron de mi puño. Yo quería un principio impactante. En 2008, cuando logré analizarlo con objetivad, me di cuenta de que era un rompecabezas demasiado largo en relación al poco peso que tenía en la historia.

En el año 2000 pasé días y días imaginando esa sesión de escritura automática; sobre todo decidiendo qué tipo de mensaje podría enviarle un extraterrestre a un humano. Y todo para que ocho años más tarde comprendiera que ciertos contenidos son contraproducentes si restan agilidad a la obra. Tenía que desprenderme de esa carga y no tuve más remedio que borrar el pasaje por completo.

Aunque hablo desde la experiencia personal, pienso que ese tipo de cambios son más frecuentes de lo que el lector se imagina. Sólo he escrito una novela de ciencia ficción, sí, pero he aprendido que la persona que la termina es distinta a la persona que la empieza. Con el tiempo te vuelves mucho más directo, algo que se refleja a nivel sintáctico a todos los niveles (frases, tramas, argumentos). Además de eso, eres capaz de diferenciar con mayor facilidad entre sustancia y morralla. Me refiero a la sustancia y a la morralla de tu propia obra, claro. 

La revisión y autocorrección es tan importante como la escritura de la primera versión. Si escribir requiere un gran esfuerzo, el mayor de todos ha de ser conseguir ver tu obra como lector, no sólo como autor. Se trata de un aprendizaje que no puedes obviar si quieres ir mejorando y eso no tiene nada que ver con la labor que posteriormente harán un editor o diez amigos. Si, porque una cosa es perfeccionar tu estilo y otra que te conviertas en un número uno en ventas. Al autor le corresponde lo primero. Lo segundo depende de otros factores; el más importante, que guste a los lectores.

Otro de los cambios que experimenté con los años, se refiere a mi forma de concebir a los extraterrestres. Hasta 2005 los traté como a seres superiores en virtud de una asociación de ideas bastante simplista: si existen y han desarrollado una tecnología mucho más avanzada que la nuestra, también deberían tener un conocimiento mucho más profundo que el nuestro sobre la vida y la muerte, sobre el Universo, sobre los agujeros negros, sobre el acné, sobre los gatos persas, etc, etc, etc. A partir de 2005, influenciado entre otras cosas por la serie Galáctica, entendí que las limitaciones y miserias humanas, que no son pocas, me habían hecho caer en el típico tópico de humano-tonto-bárbaro y extraterrestre-listo-bueno.

El razonamiento que me abrió los ojos tampoco pasará a los Anales de la Historia por su profundidad: si en la Tierra hay millones de personas aparentemente buenas y de interior podrido, en el Universo debe haber trillones de seres pudriéndose al unísono. Romper esa absurda barrera mental me permitió jugar con los personajes a nivel individual o colectivo según las circunstancias.

Con el paso de los años también llegué a ver el final de aquella primera versión como una cosa tan cutre que parecía impropio. Pero ¡ay de mi!. Cuando decidí mejorarlo descubrí con horror que el problema era mucho más grave de lo que pensaba: el desenlace era una consecuencia directa del argumento principal. Empezar a escribir de manera accidental, sin estar impulsado por una inspiración desbordante, me costó caro. Es algo que sólo fui capaz de ver tres años después de terminar la primera versión. Como resultado, entre otras cosas, apenas había sumado nuevos argumentos a los que ideé durante las primeras semanas de escritura, muchos de los cuales no hicieron sino limitar mi imaginación a largo plazo.

Podría haberme ahorrado ese disgusto si hubiera estado más atento a las señales. Pienso que uno de los errores de base lo cometí al confundir inspiración con proyección. Encontré un argumento que me inspiraba y automáticamente pensé que debía ser el principal. Sin embargo, a medida que avanzaba, cada vez me costaba más trabajo introducir tramas y argumentos secundarios. En su momento ni siquiera llegué a plantearme por qué me estaba pasando algo como eso. Con los años se hizo evidente que el argumento principal de la primera versión, era una auténtica traba.

Tenía que reformular toda la historia, imprimir un enfoque mucho más radical y abierto, introducir tramas secundarias más potentes. Fue muy duro entender que hasta el año 2005 mi mente no era capaz de viajar sin complejos por el Universo. ¡Qué vergüenza de mente!. En la primera versión había al menos un 20% de morralla; el mismo porcentaje de fantasía, intriga y acción que echaba de menos en mi novela de ciencia ficción.

Yo era el responsable absoluto de aquella bazofia y para enmendar el entuerto tuve que asumirlo y superar la frustración. Al hacerlo, me vi con total libertad para borrar párrafos y páginas enteras, cambiarlos de sitio, introducir nuevos argumentos, tramas, personajes, especies, escenarios. Hoy puedo decir con orgullo que todo ese esfuerzo, probablemente mucho mayor que el invertido en escribir la primera versión de la novela, mereció la pena. ¿Por qué digo esto? Porque el resultado final es una historia con la profundidad y la riqueza de matices que yo mismo querría como lector.

Todos esos cambios los realicé entre 2008 y 2011. Luego, hasta noviembre de 2012, seguí puliendo, y puliendo, y puliendo, y puliendo.... Mi obsesión por perfeccionar la novela y agilizar la lectura, me ha llevado a releerla y corregirla más veces de las que puedo recordar. Todo ese esfuerzo la fue enriqueciendo tanto, que en 2011 tuve que rendirme a la evidencia: es imprescindible que haya una segunda entrega. Como mínimo. Con todo, es una decisión que tomaré junto a los lectores.

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