domingo, 27 de octubre de 2013

El otoño es poesía


Sí señor. Yo no soy poeta pero de vez en cuando escribo poemas. Lo hago desde que tenía trece o catorce años.

La verdad es que aunque esté escribiendo una saga de ciencia ficción tampoco me considero escritor o autor de ciencia ficción. Si lo digo es sólo por resumir, porque es más corto definirme como tal que tener que explicar “sí bueno, he escrito una novela, estoy escribiendo la continuación porque es una saga y mientras escribo la segunda entrega y voy ideando la tercera revolotean por mi cabeza los argumentos de otras dos novelas que no tienen nada que ver con ese género. Pero no: me falta experiencia y bagaje para sentirme un escritor”.

Esa es mi respuesta para las personas que no dudan en dedicar parte de su tiempo a oír respuestas. Sí. Una cosa es escribir, otra es ser un escritor y una tercera es sentirse escritor. Experimenté lo mismo hace años con la Arqueología.

Sea como fuere y retomando el título del post, hoy domingo me apetece compartir contigo un poema que escribí hace tiempo. No tiene nada que ver con el otoño, pero por alguna razón mi mente ha establecido esa relación. Su nombre es Ítaca y dice así:

Ítaca

Mecida en cuna de notas que la hacen abyecta,
prende la quietud de mi alma tu canto de sirena.

Monumento al paso del tiempo,
forja de sudor, piedra, cal y castañuela;
transparente como el rocío que moja
tu rostro cada amanecer.

Orilla privilegiada de sol, padre
de quien seca el halo que te preña;
en tus esquinas juega el viento,
carcajadas de niño travieso
que corriendo pasa de largo.

Crisol de necesidades cubiertas en
presentes pasados, hoy ocultos, enmarañados;
prisma que tiñe ilusiones del mismo
color que te viste de gala y vida.

Chaparro cuyas ramas, cordones plateados,
aún alimentan en la distancia los frutos
que impotentes ven alejarse.

Isla en mi península de las estrellas fugaces,
campo y monte para andar todo lo que
me permitan los ojos.

Faro en el mar del anhelo,
paisaje onírico en la distancia,
madre presa de la tasación de los tiempos,
amnesia que hace anecdótico lo propio.

Cabeza de camaleón acechante,
tablao polvoriento de fandango,
cementerio de molinos harineros,
vida después de la muerte.

G/ mayo de 2002.

No hay comentarios:

Publicar un comentario