lunes, 17 de diciembre de 2012

El precio de mi novela Kindle


Voy a confesaros algo: me gustaría afrontar la escritura como profesión. El precio de mi novela Kindle quizás no refleje eso, pero así es.

Nunca me ha gustado hablar de dinero. Si lo hago es pensando en el precio de la mayoría de las novelas Kindle de escritores noveles. Porque, ¿acaso la mía es especial? ¿tiene algo que no tengan las demás? Si hay tantas a 0'89 euros, ¿por qué La Séptima Fase. Identidad vale 1'84?

Si. En Amazon.es podemos encontrar miles de libros electrónicos a menos de 1 euro. Es algo muy positivo para los lectores que lo que quieren es leer. Y cuando se lee mucho, cuánto más barato mejor. Eso es una ley universal.

Pienso que el lector no tiene por qué preguntarse lo que gana el autor por cada ejemplar vendido, como tampoco valorar si eso es mucho o es poco. Al lector (y yo también soy uno), le corresponde leer. Cada cual es un mundo. Varían los gustos y varía la forma de valorar un libro en función de la calidad del texto, de los argumentos o del precio. Hay libertad total más allá de las campañas publicitarias que nos meten un título hasta en la sopa.

Pero, ¿qué pienso como autor? ¿en qué me basé para fijar el precio? En primer lugar he de confesar que el esfuerzo y el tiempo invertidos en escribir, corregir y publicar, es una pasada. Estoy tan convencido de ello, que incluso dudo que el dinero sirva para compensarlo.

Puede parecer algo contradictorio si tenemos en cuenta que me gustaría dedicarme a esto a tiempo completo, y que para ello tendría que cubrir una serie de necesidades (algunas se suponían que eran derechos, pero con la crisis parecen más bien vicios), como comer varias veces al día, vivir bajo techo con cierta salubridad, vestirme, calzarme, crear una familia, etc. Cosas que precisan de lo que tod@s ya sabemos, vamos.

Como autor, quizás debería pedir una retribución que cubriera el tiempo y el esfuerzo invertidos, eligiendo un precio alto que también reflejara todo lo que le aporto al lector... (bla bla bla, bla bla bla, bla, bla, bla). Sin embargo, llámame raro si quieres, no pienso de esa manera. Si lo hiciera me estaría entrometiendo en una decisión que le corresponde al lector.

Yo lo veo de otra forma: ahora mismo, la primera entrega de la saga La Séptima Fase es una especie de inversión a fondo perdido. Lo que pasa es que necesito algunas respuestas. Porque, ¿cómo sé que mi novela transmite y gusta? ¿cómo sé que el lector ha disfrutado y tiene ganas de más?

Si distribuyera la novela gratis no podría seguir escribiendo, y si se vendieran tropecientos mil ejemplares a 89 céntimos, nunca sabría si es porque el libro gusta de verdad o porque es barato. Y esa es una duda que no quiero tener. 

Para solventarla llegué a la conclusión de que debía entablar una relación de honestidad con los lectores. Decidí que todas las entregas de la saga han de tener el mismo precio. Si. Para mi, un lector no es un pez al que debo pescar, sino una persona con necesidades y expectativas que debo cubrir.

Es verdad que lo de poner la primera entrega a un precio bajo para luego incrementar el de la segunda o el de la tercera, es una estrategia que responde en cierto modo a nuestros propios hábitos de consumo. Porque no nos engañemos. Comprar barato es una tentación para tod@s, de manera que una de las pocas formas que tiene un autor novel de darse a conocer, es precisamente esa: poniendo un precio bajo a la primera entrega. ¿Es inmoral? ¿es coherencia pura? Ahí lo dejo.

De todas formas, si en el momento de fijar el precio de mi novela hubiera tenido la certeza de que la iban a comprar ¿qué te digo yo?, 40.000 personas, pues probablemente me hubiera decantado por algo parecido a 89 céntimos. Pero, ¿cómo puedo saber eso? No hay manera cuando no te conoce ni el tato.

¿Por qué 1'84 euros y no otra cantidad? En primer lugar, porque es un precio lo suficientemente alto como para que el volumen de ventas me transmita un mensaje muy claro. Hay dos respuestas posibles: ¡dedícate a otra cosa, tío! o ¡queremos una segunda entrega, ya!

En segundo lugar, porque tras barajar distintas posibilidades (básicamente múltiplos y submúltiplos de pi y phi), decidí centrarme en la antropometría de una forma mucho más directa. La fórmula resultante es tan subjetiva como sencilla: si el volumen de ventas ha de reflejar el valor que le confieren los lectores a mi obra, el precio ha de ser mi altura en euros.

Todo eso forma parte de un sistema cerrado. En efecto, la primera entrega de la saga es una especie de inversión a fondo perdido. No obstante, el feedback que necesita el sistema ha de venir a través del volumen de ventas, porque eso también aportará las respuestas a estas otras preguntas: ¿cuántos ejemplares necesito vender para poder dedicarme por completo a escribir la segunda entrega? ¿cuánto tiempo tardaré en terminarla si no me dedico a ello a tiempo completo? ¿le importará a alguien? Y, por último, ¿es consciente el lector de hasta qué punto es una pieza clave del proceso creativo? ¿cómo actuará sabiendo que su futuro está en sus manos? 

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