miércoles, 28 de noviembre de 2012

Publicar en formato electrónico, ¿por qué?



Publicar en formato electrónico tiene para mí tres grandes ventajas: tengo un control total sobre la obra, es la forma más barata de publicar y puedo utilizar internet como canal de comunicación con los lectores. Se trata de una valoración tan personal como subjetiva, basada en tres razones tan personales como subjetivas. Con todo, es inevitable abordar el debate entre formato electrónico y libro de papel.

Una de las razones más importantes tiene que ver con el hecho de que puedes tener un control total del proceso, especialmente en lo que se refiere al texto. Pienso que esa sensación de Juan Palomo (yo me lo guiso yo me lo como), es algo normal en el escritor novel. Sobre todo cuando no conoces el funcionamiento del mercado tradicional o consideras que es difícil acceder al mismo.

Como autor novel me veo como una persona que aspira a introducirse en un mercado que desconoce, de manera que no concibo mi obra como si fuera un producto. No. Yo me preocupo más por el contenido, y considero que la integridad del mismo es la forma más auténtica y honesta de relación entre autor y lector.

Es indudable que un editor puede hacer que tu obra, con tan solo unos pocos cambios, alcance unas cotas de éxito que jamás vas a lograr como independiente. Esto sin hablar del marketing o de la distribución. Porque, no nos engañemos, un editor profesional también es alguien que conoce los gustos de los lectores, sabe qué es lo más demandado y cómo presentar la obra para cubrir esa demanda.

Ese es su terreno, no el mío. Yo, como neófito terco, estoy más interesado en la integridad del mensaje que en la posibilidad de lograr un número uno en ventas. Dentro de unos meses quizás me refiera a ello como otro de los errores que cometí al empezar. Pero hoy por hoy, esta es mi postura.

Otra de las ventajas del formato electrónico: es la forma más barata de publicar una obra. Es algo que valoras cuando tienes pocos recursos. O la única opción si no tienes ninguno. Además, hoy por hoy el precio de un libro electrónico es mucho menor que el de un libro impreso. Esto es algo a tener en cuenta con la que está cayendo, porque un lector voraz quizás no puede comprar al mes más de un libro de papel.

Todos podemos opinar en el debate sobre qué soporte es el mejor. Lo que no es justo es relacionar libro electrónico con contenido de mala calidad. Es evidente que la calidad puede depender del editor en gran medida; pero la ausencia de un editor profesional, no significa la ausencia de calidad.

Creo que todos estamos de acuerdo en algo: el papel es insustituible. Sin embargo, ¿de qué sirve el soporte si lo que nos interesa es el contenido? Ahí todo depende de nuestras necesidades individuales, de si queremos leer, consultar, fardar del tamaño de mi biblioteca o, mucho peor, mostrar que soy más fetichista del papel que nadie.

El libro de papel es una puerta individual a un contenido muy concreto. Sin embargo, gran parte de la magia que suscita no tiene nada que ver con el contenido, sino con los sentidos: lo impreso se huele, es un objeto tridimensional con el que podemos jugar en las manos, cambiando su perspectiva. El continente aspira a ser un cubo mágico, y en ese proceso imposible incluso nos olvidamos del contenido.

Esa experiencia sensitiva puede llegar a ser tan fuerte, que si el contenido y la portada no nos cuadran incluso tendremos la sensación de que algo falla. ¡Como si en el fondo tuviera algo que ver...! ¡Como si no quisiéramos ver que hay marketing de por medio!

La disociación entre contenido y soporte que se produce entre archivo y lector de archivo, rompe esos nexos ilusorios concepto-tridimensionales. Sin embargo, te abre otras vías distintas. En un lector puedes almacenar miles de libros, llevártelos a cualquier parte y acceder a ellos de forma inmediata cuando te plazca.

Dicho esto, no tengo nada claro qué finalidad tiene el debate entre formato electrónico y libro de papel. O mejor dicho, no sé a quién le interesa que este tema salga a la palestra. Recuerdo por ejemplo mi resistencia inicial a tener un teléfono móvil. Lo veía como un objeto maldito que terminaría por atarme, al igual que al resto, y no como una herramienta muy útil para hacer cosas concretas.

Luego descubrí que no es que nos ate, sino que dejamos que nos ate. Hasta el punto de que a partir de un momento dado puede que ya no nos valga cualquier móvil. No. Necesitaremos que la experiencia sea más sensitiva, de manera que el siguiente ya tendrá cámara de fotos y conexión a internet. Sí. Hasta que llegó la crisis y las facturas me susurraron: olvídate de ilusiones sensitivas y fíjate en tus necesidades reales.

La tercera razón que me llevó al formato electrónico tiene que ver con el canal: internet. Internet no es sólo un canal de distribución, sino un canal de comunicación entre autor y lector. Desde mi punto de vista, el formato electrónico trae consigo dos cambios radicales. De un lado, la disociación entre soporte y contenido implica un cambio de estrategias para responder a un nuevo patrón de consumo. De otro lado, hacer de un blog y de las redes sociales el canal principal de la comunicación entre el autor y los lectores, es algo que beneficia a los últimos mucho más que al primero. El contacto es mucho más rápido, directo y duradero. Y esas son necesidades que puede tener un lector.

No hay comentarios:

Publicar un comentario